Contra la ley de Caducidad
Por Daniel Senatore | 20.10.2009
El próximo 25 de octubre junto a las elecciones nacionales, se realiza en Uruguay el plebiscito contra la ley de Caducidad, una normativa da amnistía a los militares y policías que cometieron delitos durante la ultima dictadura militar en ese país. La hija de un militante sindical asesinado en los 70’s habla de su trabajo constante para buscar una justicia que todavía no llega.
El próximo 25 de octubre y conjuntamente con las elecciones nacionales, se realiza en Uruguay el plebiscito contra la ley de caducidad. Allí la ciudadanía tendrán la oportunidad de votar una reforma constitucional que consagra la anulación de los artículos 1°,2°,3° y 4° de la Ley 15848 de Caducidad de la
Pretensión Punitiva del Estado. Popularmente conocida como 'Ley de Caducidad', y llamada peyorativamente 'Ley de Impunidad' por sus detractores, es una ley vigente en Uruguay mediante la cual se estableció que los delitos cometidos por militares y policías durante la dictadura cívico-militar (1973 - 1985) (incluyendo las múltiples violaciones a los derechos humanos) quedaran amnistiados.
Ayer la Corte Suprema le dio un último envión a la campaña para anular la Ley de Caducidad en Uruguay. Declaró inconstitucional la norma para el caso de Nibia Sabalsagaray, después de que lo hicieran el Ejecutivo y el Congreso. A seis días del plebiscito, la decisión del Supremo suma argumentos a favor de terminar con la amnistía.
En este contexto entrevisté a Marys Yic, quien desde hace un largo tiempo busca verdad y justicia por la desaparición, tortura y muerte de su padre, Nuble Yic, obrero de la carne, militante sindical político y comunista.
-¿Cómo comienza tu búsqueda?
No puedo olvidar lo que viví hace más de 30 años, cuando siendo una niña pude ver por última vez a mi padre, luego de meses en condición de desaparecido.
Fue en una visita al cuartel, lo vi unos minutos antes de que muriera a causa de un infarto cardíaco, luego de haber sido sometido a brutales torturas.
Entre los años 1968 y 1976 presencié el secuestro y muerte de mi padre. Vi morir a mis abuelas, la detención de mi tío y una prima en condiciones inhumanas, el asesinato de mi prima Silvia (con apenas 19 años y un embarazo de tres meses) y la desaparición de su esposo. También vi partir a una hermana al exilio, otra a la clandestinidad y la tercera a una clínica psiquiátrica.
Tuve que ver a mi madre en un intento de auto-eliminación, tuve que hacerme cargo de las responsabilidades de los adultos, pasar hambre, miedo, abandono e impotencia. Presencié los allanamientos y los saqueos; me humillaron en el cuartel cuando fui revisada, algo que me generó mucho dolor y angustia.
En el año 2007, pasado ya mucho tiempo, comienzo a reconstruir mi historia, a buscar la verdad sobre mi padre y a reclamar justicia, presentando en la misma la denuncia por homicidio político.
El caso fue excluido por el Poder Ejecutivo de la Ley de Caducidad, igualmente fue archivado sin investigar.
-¿Qué edad tenías cuando se produjo el secuestro de tu padre y cómo recuerdas la situación?
No había cumplido los 10 años. La recuerdo con mucho dolor y con impotencia. Eran las cuatro del 22 de octubre de 1975, me desperté con los golpes en la puerta de calle, cuando sentí que mi madre se levantó, lo hice yo, también mi hermana y mi abuela materna. Mi padre hacía reposo por un infarto cardíaco reciente. Entraron seis hombres vestidos de civil, pero fuertemente armados… aquello parecía una película.
Mientras dos de ellos esposan y encapuchan a mi padre, los demás saquean la casa. Se lo llevan sin dar ninguna explicación.
Desde ese momento desperté a una realidad que era totalmente ajena para mí, a pesar de que mi tío estaba preso y había sido asesinada mi prima en abril de 1974, nunca antes había presenciado la violencia dentro de mi propio hogar, ni siquiera nos pudimos despedir.
A las pocas horas llega mi hermana mayor, habían detenido a su esposo en una reunión clandestina. Llega con una niña de 3 años y un bebé recién nacido que quedarían a nuestro cuidado para que ella pasara a la clandestinidad. Mi otra hermana ya estaba en el exilio.
Allí es cuando comienza la búsqueda por parte de mi madre, a quien pude acompañar en muchas oportunidades, como por ejemplo cuando fuimos al lugar en que funcionaba 'Inteligencia y Enlace' , donde nos atendió José Nino Gavazzo, a quien reconocimos años después cuando comienzan a salir sus fotos en la prensa.' (Documentos secretos confirman que, bajo el nombre clave de 'Cóndor 5?, Uruguay integraba formalmente la coordinación represiva conocida como 'Operación Cóndor', que funcionaba en el Servicio de Información y Defensa (SID) y tenía como 'jefe de la Condorop' al mayor José 'Nino' Gavazzo.)
-Desde esa experiencia hasta el comienzo de la reconstrucción de tu historia, ¿cómo llevaste tu vida? y ¿cuál fue el disparador, para que tantos años después comiences a reconstruir tu historia personal?
¿Vida?, ¿qué vida? todos esos años no tuve una vida. Las secuelas que dejó el terrorismo de Estado permanecen en el tiempo y pasan de generación en generación. ¿Qué debía hacer? ¿No mirar para atrás? ¿No recordar? ¿Tapar mis heridas? No, imposible. Las heridas todavía sangran, no sanaron, y la única cura es la verdad y luego la justicia.
Hay un proceso de maduración, hay que elaborar en nuestro interior los hechos del pasado para poder convertirlos en energía proyectada al futuro. Esto me llevó 30 años …y el disparador fue el cambio de gobierno.
Cuando asumió un gobierno de izquierda me sentí más segura, sabía que solamente así podría comenzar mi búsqueda y que alguien me escucharía. ¿Qué podía esperar de los gobiernos blanqui-colorados, que apadrinan a los genocidas? ¿Qué podía esperar de gobiernos que niegan la historia reciente de nuestro país y ocultan información? Solamente con un gobierno progresista y la lucha unida de la sociedad podremos sanar, buscando la verdad y reparar en parte tanto daño.
-Entonces, desde que asumió el gobierno progresista ¿fuiste escuchada?
Si bien en el tema derechos humanos queda mucho por hacer, con el gobierno actual se avanzó.
Fue el primero en interpretar la Ley de Caducidad, en forma de poder excluir algunos casos que no estaban comprendidos dentro de ella, por ejemplo el de mi padre.
Se abrieron archivos, se entró a los cuarteles en busca de restos de desaparecidos, se procesaron algunos criminales, al canciller Juan Carlos Blanco y al dictador Juan María Bordaberry. Se estudia una ley de reparación, se informa a la sociedad por medio de la prensa oficial, se dan cursos sobre DD.HH tratando de instalar una cultura en el tema, etc. antes todo esto era imposible, ahora llueven las denuncias de las víctimas o de los familiares de éstas.
-¿En qué estado se encuentra actualmente la causa?
Luego de armar la historia y conseguir casi 30 testigos y contundente prueba, se presentó la denuncia penal en la justicia.
La fiscal archivó el caso sin investigar, sin llamar a los indagados, ni siquiera llamó a declarar a Juan M. Bordaberry, quien no se encuentra amparado por la ley por el hecho de ser civil, además de haber sido el dictador de facto del momento. Se pide el desarchivo y se vuelve a archivar por la Sede.
También se presentó la denuncia en la Comisión Parlamentaria de Derechos Humanos y en Amnistía Internacional. Todo vuelve a foja cero mientras esté vigente esta normativa, pero estamos viendo de hacer la denuncia solamente contra Bordaberry y llevar el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
De todas maneras, anulando la ley en octubre, todos los casos deben ser investigados y todos los implicados en los hechos del pasado deberán rendir cuentas en la justicia.
-Si tuvieras que imaginar un final para tu lucha, ¿cómo sería? ¿cuál es el mensaje para todos aquellos que no vivieron esos años oscuros?
El final llegará solamente con la justicia, con la paz y con la reconciliación nacional.
La lucha por verdad y justicia siempre fue reivindicada por las víctimas, los familiares y las organizaciones de derechos humanos. Es preciso promover la conciencia y trasmitir que la lucha no compete exclusivamente a una parte de la sociedad, y que no puede recaer nuevamente sobre los hombros la responsabilidad de ser la única interesada en la reconciliación nacional.
Las secuelas del pasado están en todo el conjunto de la sociedad.
Aunque hipotéticamente se mantuviera la Ley de Caducidad y no se investigara el pasado, habría de futuro un descreimiento en la justicia, la impunidad sería algo natural, se reforzaría el odio y el resentimiento y sobre todo, no habría una democracia sólida.
El mejor mensaje que puedo dar a todos los uruguayos es que, junto con el voto, sin importar que se vote, pongan la papeleta rosada por el SI para anular la Ley de Caducidad. Una Ley inconstitucional, vergonzosa, inmoral, que viola todas las normativas internacionales sobre derechos humanos, una ley que fue aprobada bajo presión y miedo.
Votar SI es dar un paso sustancial hacia la recuperación de los valores y de la dignidad de nuestro pueblo, paralelamente con el desarrollo de una sociedad libre y sin miedos. Es demostrar una vez más la solidaridad y la rebeldía frente a la injusticia, frente a las violaciones a los derechos humanos y el terrorismo de Estado. Es reafirmar la democracia y la justicia, es comenzar esa reconciliación nacional tan necesaria para las futuras generaciones. Creo, que ningún uruguayo puede estar ajeno a esto.
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